Llegamos al bar "Ruada", en el centro de Vilalba, media hora antes del comienzo del partido y nos sentamos en una mesa cerquita de la tele más grande y lejos de la barra donde se ubican los "opinólogos". Dentro de mi todo era adrenalina, nervios, ilusiones y miedos.
Cerveza, alguna lagrimilla al oir el himno y la certeza de que muchos corazones latían al ritmo del mío.
En la mitad del primer tiempo me conecté con mis amigos de Creta: Eleni (uruguaya nacida en Atenas), Carlos (su esposo, nacido en Piedras Blancas) y Mixalis, un cretense futbolero hincha de Uruguay. Oíamos el relato de Kessman. Poco a poco la gente que estaba en el bar, indiferente al principio, comenzó a meterse en el partido. Había emoción.
En Vilalba corría la cerveza, en Creta el vino y en Sudáfrica la pelota. Gol de Ghana que no vi porque se cortó momentáneamente la transmisión y más cerveza y más vino: había que combatir el pesimismo, la ansiedad y los nervios.
Con el segundo tiempo llegó el gol de Forlán y todo lo que pasó después: la mano de Suárez, el travesaño, los penalas atajados por Muslera, el errado por el Mono Pereira, la locura del Loco Abreu.
Y llegamos a semifinales despues de demasiados años.
Así, en un bar de Vilalba, en medio de Galicia, con Vicente, con Kessman, con Eleni, Carlos y Mixalis, con Rodrigo por teléfono desde Barcelona, con un avión cruzando el Atlántico, con mis padres, mis amigos y con Tin latiendo en mi corazón y en mis sienes, lloré de emoción.
Agrego un link de un artículo de La Diaria que me gustó mucho y que quiero compartir: http://elmundohechopelota.com/2010/07/el-realismo-magico-de-uruguay/
Habrá final uruguaya, no me cabe duda. Los irreductibles. Ojalá y Uruguay pase a la final. Allí, se cruzarán miles de sentimientos y momentos inolvidables.
ResponderEliminar¡Ojalá!
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