miércoles, 3 de febrero de 2010

en Tiananmen, Beijing

Monumento a los Héroes del Pueblo


En el centro de la plaza de Tiananmen se eleva un obelisco de piedra, de 38 m de altura, y una inscripción realizada por Mao Zedong en la cual se lee: Los héroes del pueblo son inmortales, escrito con la caligrafía de Mao



Mausoleo de Mao Zedong

En la inmensa plaza Tiananmen, sobre la plaza, está el Mausoleo de Mao Zedong. Es un edificio que alberga el cuerpo embalsamado del fundador de la República Popular de China. Allá fuimos, a ver aquella curiosidad: ver a Mao como si hubiese muerto esa mañana. La entrada es gratuita, solo exigen que lleves un documento. Así que con nuestros pasaportes en la mano nos pusimos en la larga cola que avanzaba rápidamente por la helada y nevada plaza. Como todo en Beijing, y especialmente en Tiananmen, la vigilancia es extrema: policías uniformados, policías con ropa de combate, civiles con brazalete que dice “voluntarios para la seguridad pública” (los conocidos “tiras”, no?) y muchas personas más encargadas de que nada ni nadie se salga del orden establecido.


Antes de entrar un escáner en el que me dicen, con gestos y sonidos guturales, que debo dejar la cámara de fotos. Sigo al guardia pensando que me llevaba hasta un armario o algo así, pero no, el señor me sacaba de la cola! Debía salir de la plaza (está cercada), cruzar una avenida de unos seis carriles, caminar media cuadra, entrar a un edificio, pagar y dejar mi cámara en una consigna: hice todo eso con tal de ver a Mao!! Salí del edificio, caminé media cuadra, crucé la avenida de seis carriles, y entré a la plaza. Pero entrar a Tiananmen tiene lo suyo: la plaza está cercada y solo tiene dos entradas custodiadas por policías y que obligan a todos a pasar por un escáner, tanta a las personas como a los bolsos (en Beijing, también todas las entradas al metro están custodiadas por policías y hay que pasar por el escáner). Con el ánimo intacto a pesar de tantas desventuras volví a la cola que, a pesar de ser rápida, siempre es muy larga. La mayoría de las personas son chinas, los extranjeros somos muy pocos. Ahora si, sin cámara, pude pasar los controles y entrar al mausoleo. Antes de entrar se puede parar en un puesto de flores para llevarle a Mao. Al entrar me encontré con una enorme estatua de mármol de Mao sentado, sonriente, dando la bienvenida y recibiendo complaciente las flores de sus admiradores. Todo es silencioso y lleno de respeto. Siempre en fila y sin que me permitan detenerme ni un segundo, doy la vuelta y me encuentro con una gran sala que en medio tiene una urna de cristal, refrigerada en donde está Mao embalsamado y cubierto por una gran bandera china. Mao no es solamente el fundador de la República Popular de China, Mao es parte de la historia del mundo del siglo XX y un factor imprescindible para entender nuestro mudo actual.

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